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Tenemos un baño de sangre en las carreteras por accidentes de tránsito: David Gómez, consultor en movilidad sostenible

Diseño de vías, falta de recursos policiales y ausencia de fotomultas ayudan a explicar cifras históricas

Esteban Arrieta [email protected] | Miércoles 20 marzo, 2024 11:37 a. m.


David Gómez, consultor en movilidad sostenible. Cortesía/La República.
David Gómez, consultor en movilidad sostenible. Cortesía/La República.


En 2023, un total de 855 personas perdieron la vida mientras manejaban su vehículo o iban como acompañante, según las estadísticas del Organismo de Investigación Judicial (OIJ).

Se trata de una cifra que evidencia una “epidemia silenciosa” que nadie está hablando en Costa Rica, de acuerdo con David Gómez, consultor en movilidad sostenible.

Para el experto, no hay duda de que el país vive “un baño de sangre en las carreteras”, por lo que advierte que es urgente tomar cartas en el asunto.

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El diseño poco seguro de las vías, la falta de recursos policiales para atender adecuadamente a más de 2 millones de conductores, la imposibilidad de poner en vigencia un sistema de fotomultas y hasta la permisividad de las autoridades, que conocen que los bares están repletos de personas que toman y manejan, ayudan a explicar las cifras históricas.

El llamado a la seguridad vial se da a pocos días de la Semana Santa, cuando suele darse un salto en la cantidad de muertes.

¿Qué debería hacer el país para reducir el número de muertos en carretera?

En materia de seguridad vial, se deben abordar varios frentes.

El primero y más importante es el control de la velocidad a través del diseño vial (y no de simples señales de velocidad máxima, completamente ignorables). Esto, porque la velocidad es el principal factor causante de fatalidades y lesiones incapacitantes en todo el mundo. Con un buen rediseño, que en gran medida podría lograrse con poco presupuesto, se puede disminuir significativamente la tasa de fatalidades.

Asimismo, otros frentes relevantes para Costa Rica son el fortalecimiento de la policía de tránsito (actualmente hay 700 para 2.3 millones de personas con licencia) y la implementación de fotomultas para controlar todo tipo de conductas peligrosas.

Más oficiales de tránsito es una necesidad. Cortesía/La República.

Más oficiales de tránsito es una necesidad. Cortesía/La República.

¿Se trata de un problema profundo y de larga existencia?

Lo de larga existencia es relativo.

La seguridad vial no era un problema grave hace apenas 100 años, pero en poco tiempo hemos convertido al carro, y especialmente su prometida velocidad, en un peligroso anhelo.

Por otra parte, sí es un problema profundo porque la priorización de los carros en el diseño vial hoy día es la norma, y debemos migrar a un paradigma que priorice a las personas y no a los carros.

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Eso tiene muchas implicaciones, pero una grande es reconocer que los siniestros viales no son accidentales; tienen causas identificables, tienen responsables. Quienes diseñan las vías tienen una gran cuota de responsabilidad sobre los siniestros que se dan en ellas. Esa responsabilidad no la consideramos aún en Costa Rica, y eso hace que se construyan vías inseguras sin que nadie responda por ellas.

Estamos muy acostumbrados a no ser controlados. La probabilidad de que un conductor ebrio sea detectado por la policía es bajísima, a menos que colisione, y esos son los casos que llegan a conocerse. Pero ¿cuántos carros hay estacionados afuera de los bares todas las noches, y cuánta gente conduce a sus casas tomada sin sanción alguna?

Tenemos que desenraizar costumbres: acostumbrarnos a que en los centros urbanos el diseño vial me obligue a ir a 30 km/h máximo y que los peatones tengan siempre la prioridad en todas las intersecciones y en todos los cruces.

Asimismo, debemos acostumbrarnos a ir despacio detrás de un ciclista en un carril angosto donde adelantarlo lo pondría en peligro, acostumbrarnos a que sea altamente probable que me tope con un retén policial y me descubran si vengo manejando ebrio, y temer que me caiga todo el peso de la ley, acostumbrarnos a recibir multas por correo porque excedimos la velocidad tres o cuatro días atrás en algún lugar.

La motocicleta tiene la vulnerabilidad del peatón y la peligrosidad del carro, según el experto. Canva/La República.

La motocicleta tiene la vulnerabilidad del peatón y la peligrosidad del carro, según el experto. Canva/La República.

La gente tiende a decir que los motociclistas son irresponsables, lo cual es cierto en muchos casos, pero ¿exime esto al resto de conductores o es un problema generalizado?

La motocicleta tiene la vulnerabilidad del peatón y la peligrosidad del carro. Esa es una combinación potencialmente mortal. Los motociclistas, al igual que los conductores, hacen lo que el diseño vial les permite hacer.

Y tenemos un diseño vial tan permisivo, con carriles anchos y amplios radios de giro, sin barreras centrales y espacio libre y abierto para que los motociclistas se muevan con absoluta libertad.

Con un diseño vial pacificado, la mayoría de las maniobras que ponen en peligro a los motociclistas serían imposibles de realizar. Eso sería un cambio sustancial en la siniestralidad en moto.

Aún cuando algunos motociclistas se comporten de manera temeraria en la calle, todos los usuarios viales tenemos la obligación de protegernos mutuamente y evitar a toda costa colisiones y atropellos. Que alguien más cometa infracciones no me autoriza a mí a cometerlas.

La irresponsabilidad es un problema generalizado, producto de un mal diseño vial y la ausencia de controles estrictos. Los motociclistas no son más irresponsables que los conductores; simplemente, su vehículo es más versátil y les permite hacer más cosas indebidas si el diseño vial lo permite.

¿Se necesitan leyes más severas en este ámbito?

Se necesita un control más efectivo, basado en multiplicar el escaso recurso humano y echar mano de tecnología de fotomultas. Endurecer leyes no sirve si los conductores no temen ser sancionados porque saben que es altísimamente improbable.

Las estadísticas de muertes por accidentes de tránsito son muy similares al récord de homicidios; sin embargo, el país no está hablando de los accidentes, ¿qué opina?

Tenemos una epidemia silenciosa. Las fatalidades crecen y nada de lo que haya hecho el Estado hasta el momento ha logrado tan siquiera contenerlas.

No hablamos de los siniestros viales porque asumimos que ese es el costo natural y lógico de la movilidad; es decir, que hay un número de personas que tienen que sacrificar su vida para que todos podamos movernos.

Cuando en realidad, podemos tener un sistema vial con cero fatalidades y lesiones graves. Es a lo que apuntan los países más desarrollados en materia de seguridad vial, y lo llaman Visión Cero.

Solo cuando Costa Rica adopte Visión Cero más allá de lo discursivo, en lo pragmático, y comencemos a ver estas intervenciones y cambios, es que vamos a poder ver un respiro en lo que hoy es un baño de sangre en la calle.


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