¿Los troles, un terrorismo de Estado y una Cultura de Miedo?
Vladimir de la Cruz [email protected] | Miércoles 25 enero, 2023
El terrorismo de Estado se produce cuando los gobiernos realizan actos o prácticas ilegítimas orientadas a producir miedo, terror, terror reverencial, deslegitimar opositores o críticas de opositores, a fomentar y estimular comportamientos que sin esas acciones no se llegarían a producir contra ciudadanos, grupos sociales, partidos políticos o cualquier forma de organización, o personas, que se estime que deben ser agredidas, atacadas, desinformadas, o falsamente distorsionadas en su imagen.
Estas acciones del Estado, por medio de testaferros, esas personas llamadas, o reconocidas como troles en nuestros medios informáticos, contratados especialmente al efecto, que trabajan desde la clandestinidad, o el anonimato, usando otros nombres y hasta caras, cuando no imágenes o máscaras, que pueden operar en el país, por distintos medios electrónicos o desde fuera de Costa Rica usando distintas plataformas informáticas y, por lo que se deduce de la información periodística, a propósito de lo que se ha venido señalando, operando, posiblemente, desde la propia Casa Presidencial, con los cerebros pagadores de esos troles, que allí trabajan, porque no lo han negado, que por amistad, hacer favores, atendían a esos troles, con sus dádivas, por lo que, también, por hacer favores tal vez facilitaban oficinas, escritorios y hasta computadoras de Zapote, cosa que no se ha dicho públicamente, ni se ha investigado legislativa ni por el Ministerio Público, pero calza, para controlar mejor el trabajo de los troles “pagados”.
El terrorismo de Estado tiene otras facetas como son las amenazas, las intimidaciones, las represiones, como la del Parque Viva, muy propias del actual Presidente Chaves, especialmente contra los periodistas y medios de comunicación, o grupos empresariales, por él llamados “sicarios”, como él viviera, una guerra entre carteles, entre grupos delincuenciales, desde el poder y fuera del poder, todo con el propósito de imponer no solo el miedo, sino también la obediencia, de procurar tener a su servicio un ejército de agachados, como parecieran ser sus inmediatos colaboradores, como los presenta en las Ruedas de Prensa, y de agachados pobladores y ciudadanos, de “siervos menguados”, de testuces dobladas.
Propósito también del Autoritario gobernante ha de ser imponer el temor con ánimo de aplacar la resistencia y la protesta ciudadana, a este mismo Terrorismo de Estado, al abuso del poder que se ejerce autoritariamente. Por ahora, sin secuestros, torturados y asesinados, sin juicios previos y si garantías del debido proceso, como ha sucedido en Centroamérica en el período de las dictaduras y regímenes militares, o como está sucediendo actualmente en Nicaragua.
El terrorismo de Estado actúa con fuerzas propias del Estado, todavía no en Costa Rica, pero sí con la creación de organizaciones terroristas, clandestinas, disfrazadas de troles, individuales o grupales, por la forma como actúan y se multiplican ellos mismos, que las apoyan y las impulsar a actuar para debilitar, acorralar, perseguir opositores, desde las redes informáticas, procurando falsearles la confianza pública para poder enfrentarlos y atacarlos directamente, una vez que la acción de los troles a favor del gobierno, o del Gobernante, o del grupo mafioso terrorista, que se crea en ese sentido, haya roto la moral de sus opositores, provocando también la sensación de inseguridad y el temor de los ciudadanos a opinar y a actuar críticamente.
El Terrorismo de Estado del Presidente lo expresó recientemente en el plano internacional cuando se pronunció claramente diciendo que si no hubiera una abolición constitucional del Ejército en Costa Rica, él ya habría mandado contingentes militares a la Guerra que se libra en Ucrania. Por dicha, desconoce la Historia costarricense, y no se le ocurrió, en ese momento haber ofrecido policías para realizar, en ese conflicto de guerra, a la par de la tropas ucranianas, tareas policiales en las ciudades en conflicto, como hizo Francisco Orlich, vergonzosamente en República Dominicana, en 1965, cuando los Estados Unidos invadió ese país, y Orlich envió un contingente de policías apoyando la invasión. ¡Oh!, lo que hizo Abel Pacheco de firmar la invasión a Irak, metiéndonos, en el rabo de los Estados Unidos, en una situación de guerra, que dichosamente la Sala Constitucional le obligó a retirar esa firma en razón de no tener Costa Rica un Ejército y por tenerlo abolido constitucionalmente. Pero, en el discurso del Jefe de Gobierno, Chaves, daba la sensación de que se lamentaba de esta abolición, porque a veces da la sensación que no liga su lengua con su cerebro.
El terror reverencial que trata de imponer en el país, quizá fue lo que quiso trasladar, en ese panel, en que participó, tratando de asustar al Ejército Ruso de que por la prohibición constitucional no enviaba policías a Ucrania. Si esa bronca quiere comprarse, Presidente, rompa relaciones diplomáticas con Rusia, solidariamente con Ucrania. Ningún país europeo ni los de la OTAN han roto relaciones con Rusia, hasta hoy, por este motivo.
Ojalá, con las acciones del Jefe de Ejecutivo Nacional, no lleguemos a igualar el Terrorismo de Estado que se aplicó por las dictaduras y regímenes militares latinoamericanos hace pocos años, entre otras dictaduras y gobiernos autoritarios, como sucedió en Argentina, Chile, en Colombia en distintos momentos de sus historia del Siglo XX, y bajo el gobierno a Alvaro Uribe, así como en Guatemala, El Salvador, Paraguay, en Perú bajo los gobiernos de Fernando Belaúnde (1980-1985), Alan García (1985-1990) y Alberto Fujimori (1990-2000), o recientemente, como ocurre en Nicaragua.
Terrorismo de Estado es cuando también se patrocinan grupos terroristas, como los troles o los realizadores de troles. Con esto se avanza hacia una cultura del miedo, a la perecepción común del miedo como de la ansiedad en discursos públicos y en la relaciones personales, que pueda afectar, desde los medios de comunicación, o desde los parlantes de la propia Casa de Zapote, la forma en que las personas interactúan entre sí. Es la cultura del alarmismo y la intimidación sobre la población y sobre las personas. ¿Es por esto que están renunciando miembros de Concejos Científicos y de Juntas Directivas, que el Ejecurtivo no controla, por lo que procede a la destitución de esos directivos y hasta de miembros de su propio Gabinete?
La cultura del miedo y el Terrorismo de Estado, al menos así lo percibo, está siendo intencionalmente elaborada desde el Ejecutivo Nacional, para actuar sobre la población costarricense que está altamente desconfiada de todo lo que significa la Política, los Partidos Políticos y los Políticos, así como de muchas instituciones nacionales y casi de la misma democracia como sistema, facilitando voces a favor de gobernantes autoritarios y fuertes, vinculados a políticos demagogos, que no se bajan de sus discursos de campaña electoral, y permanecen alejados de atender realmente los problemas sociales urgentes como la pobreza, la pobreza extrema, la brecha de la desigualdad social, la seguridad social, la seguridad pública ciudadana, el desempleo y la recuperación del empleo de los que por causa de la Pandemia aún no lo han recuperado, o los problemas asociados al narcotráfico y la narcopolítica y los problemas ecológicos y del medio ambiente, o el debilitamiento de las instituciones culturales y de la educación pública que se ha venido sufriendo en el país.
La Cultura del Miedo, concubina de los terroristas de Estado, abarca, entre muchos aspectos, la lucha contra las vacunas, por su inmunización o resistencia antibiótica, el miedo a los hackers, a la usurpación informática de la identidad, al calentamiento global, a la música y juegos electrónicos que pueden corromper la mentalidad de los niños, a los rituales satánicos o diabólicos, al mal uso de las redes sociales, en algunos de estos casos con extremada exageración.
El miedo que pueda surgir de estas acciones de Zapote tiene su fuerza en la audiencia que sigue al Jefe de Gobierno, y le apoya hasta hoy en las encuestas. El Presidente no trata por ello de exterminar o acabar totalmente con toda la población, pero sí es claro que trata de someter, por esta vía, a la mayor cantidad de ciudadanos, personas y habitantes de Costa Rica, aprovechando la vulnerabilidad social que hoy padecen muchos costarricenses, por la situación económico social y los efectos sociales y sicológicos de los dos años del encierro de la pandemia que hemos vivido.
Todo esto nos lleva a preguntarnos ¿si realmente podemos vivir en una Costa Rica segura, con la posibilidad en marcha de este Terrorismo de Estado y esta cultura del Miedo, que se ubica, como a veces lo hace el Jefe del Ejecutivo Nacional, en el eje de izquierda-derecha, o en su palabrería “anticomunista”
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