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Gestión jurídica... camino errado

Arturo Jofré [email protected] | Viernes 20 abril, 2012



Gestión jurídica… camino errado

El marco normativo es imprescindible para vivir en sociedad. Pero es el camino más largo, más ineficiente, para construir en sociedad. A inicios del siglo XX se dieron los primeros pasos sólidos para crear la pomposamente llamada “ciencia de la administración”, una forma de encontrar principios, modelos, enfoques, que nos ayudaran a administrar adecuadamente las organizaciones, especialmente las más complejas. En la gestión pública el enfoque más antiguo es el jurídico.
Desde una visión estrictamente jurídica, un buen administrador de los asuntos públicos es aquel que hace cosas (aunque sean irrelevantes) apegado a las normas. Es lo que llaman la visión “legalista”, una especie de deformación de un correcto enfoque jurídico. Es la llamada “eficiencia legalista” del administrador.
Desde hace más de medio siglo este tema angustiaba a muchos estudiosos, especialmente en Europa. Dos de ellos, Mosher y Cimmino, afirmaban que se había llegado a alterar la finalidad propia del Derecho, que en lugar de concebirse como “medio”, se concibe como objetivo último de la sociedad humana y de su desarrollo.
Costa Rica ha abrazado con fuerza la visión jurídica de la gestión pública, sea por medio del Derecho Público, especialmente el Administrativo, o el Derecho Constitucional, fortalecido con la creación de la Sala Constitucional.
Cuando se fueron dando estos pasos se visualizó la cara positiva de la moneda, pero no se protegió la finalidad última de la gestión pública. De pronto algunos órganos jurídicos asumieron algunos roles de administradores públicos o legisladores.
En las Instituciones cuyo paraguas es el Servicio Civil, el usuario sigue siendo un factor de baja prioridad. Quienes están en la ventanilla o lejos de ella, aplican a su manera un enjambre de normas y procedimientos que les permitirán negar casi cualquier cosa. Esa jungla es propicia para que brote la ineficiencia y es un arca abierta para los corruptos.
Mucha de la normativa creada es para evitar que los pilluelos hagan su piñata, pero por otro lado se han creado murallas protectoras para los que atentan contra la gestión pública.
Al final, nos hemos enredado con leyes de todo tipo, interpretadas con acierto o sin él, y lo único cierto es que hemos obstaculizado el avance social, sin parar la corrupción.
Es hora de revisar a profundidad nuestro enfoque a la gestión pública. Es hora de revisar nuestra incipiente experiencia respecto a la protección de las normas constitucionales, a la luz también de otras naciones que han tenido éxito sin tener que abultar a la Sala Constitucional de cosas irrelevantes. Tenemos que revisar a profundidad nuestro Servicio Civil que navega por mares ya secos. Tenemos que proteger a la mayoría de nuestros servidores públicos, quitando el exceso de proteccionismo para quienes cometan actos delincuenciales.
No se trata de culpar a nadie de nada, se trata de evaluar a profundidad y así ir perfeccionando los sistemas.

Arturo Jofré
[email protected]

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