Vergüenza y esperanza
Iris Zamora [email protected] | Lunes 22 mayo, 2017
Vergüenza y esperanza
La verdad es que escribir de cómo Heredia y Saprissa se ponen de acuerdo para ir a retirar las denuncias, que habían llevado al Comité Disciplinario, por evidente juego violento de algunos de sus futbolistas, supuestamente profesionales, realmente es perturbador….
Patético y vergonzoso lo que han hecho esos dirigentes. Para muchos niños y adolescentes que sueñan con llevar la camiseta, del equipo de sus amores, la lección es horrible. La impunidad patrocinada por alguna dirigencia es reflejo de la crisis ética y moral que vivimos. La infección atraviesa todo el cuerpo social, sin embargo solemos endosársela a otros, para exculparnos; a los políticos, los eternos “patos de la fiesta”, a los empleados públicos, segundos en el “ranking” de los más señalados, y un poco después a los empresarios.
Lo cierto es que estamos a punto de ser desahuciados. La mejor muestra es este denigrante espectáculo ofrecido por el subcampeón y el campeón nacionales de fútbol de Costa Rica. Como si el escándalo de FIFA no hubiese sido un disuasor; en fin, es lo que tenemos, y avergonzarnos quizá hasta sea políticamente incorrecto. Lo que importa, lo que cuentan son las taquillas, patrocinadores, nada más, lo otro es cosmético.
Para cerrar con el texto de la Homilía del 1° de mayo, ignorada por columnistas, analistas, medios, y mediadores entre los hechos y los públicos, quiero recordar, a quienes se atreven a leer esta arrogante columna, que el Arzobispo de San José, José Rafael Quirós, desnuda el tema de los responsables de la crisis del régimen de IVM. Plantea el argumento de la representación de los asegurados independientes, pone especial énfasis en los trabajadores agrícolas, tradicionalmente excluidos de las mesas de negociación.
Monseñor nos advierte sobre la seguridad alimentaria. Frente a las tesis neoliberales que promueven importar en vez de producir, con el argumento de que es más barato para el consumidor, aunque nunca vemos esa supuesta ventaja reflejada en los precios. Advierte de manera importante sobre el acceso a una alimentación saludable y nutritiva. Denuncia la “subalimentación” que viven muchas y muchos, nos habla de “un grado de hambre”, lo califica de “escandaloso”. Pero no hay reacción; la estrategia es ignorar estas graves denuncias.
Como si no fuese una sacudida grado 6, en la escala del llamado de atención; promueve desde el púlpito, con la autoridad de quienes desde 1891 se ocupan de “la cuestión social”, la consolidación de la economía social y solidaria”.
Demasiado atrevido Monseñor Quirós. Insiste en que sin importar “actividad económica, financiera o productiva de servicios o comercial “el centro de todas ellas, es “el ser humano”. ¿¡¡Cómo,… entonces no es el mercado, ni la competencia, ni el dinero!!?... No estimados apóstoles del dios Mercado, dice Monseñor José Rafael que es el ser humano.
Pero además este “curita” se salta las reglas impuestas por los sectores dominantes y agrega “y que se rige por los principios de solidaridad y de búsqueda del bien común”…
Es claro el Arzobispo de San José, el 1° de mayo, “Es constatable que el sector privado” —así, sin miedo a las palabras— “y el sector público no han logrado por años generar fuentes de empleo que logren reducir la cifra en torno al 10% del desempleo”, y agrega “Tampoco se ha logrado una radical disminución en las condiciones del trabajo informal, que castiga a un importante sector de la población de nuestro país, aunque me alegra que recientemente hubo una disminución en ese campo”. Define cuál es esa población en la informalidad”, se trata de personas que en general no acceden al salario mínimo, y que no ven respetados otros irrenunciables derechos laborales”.
Apunta: “De ahí que nuestra esperanza se cifra en la economía social solidaria, donde todos nos preocupemos (cita al papa Francisco) “por la relación entre economía y la Justicia Social manteniendo al centro, la dignidad y el valor de las personas”.
Estamos caminando por el filo de la navaja. El descontento y la crispación de la sociedad son reales, no importa cuánto metamos la cabeza en la arena. No podemos esconder la inequidad, la injusticia, ni el hambre…
Podemos ignorar al Obispo, podemos continuar ampliando la desigualdad, podemos continuar expulsando a más personas del bienestar… el resultado inevitablemente será, lo que criticamos que ocurre en otras naciones latinoamericanas.
Aún es tiempo de regresar a los valores que formaron nuestro Estado Nacional, apuntalarlos, renovarlos, adecuarlos a esta era del conocimiento. No dependemos de oídos y ojos cerrados de los grupos de poder… solo de usted, de mí, de nosotros; porque en el centro de todo esto, está la persona.
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