Con cuatro delanteros no se empata un partido
Gaetano Pandolfo [email protected] | Miércoles 22 enero, 2025
Tres de los cuatro partidos programados para la fecha tres del Clausura, terminaron 1-0.
Liberia derrotó en el Fello Meza al Cartaginés 1-0.
Por idéntico marcador, Pérez Zeledón venció a Santa Ana.
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También de visita en Ciudad Quesada, Sporting doblegó a los Toros del Norte por la mínima.
Curiosamente, los goles de los ganadores cayeron todos en el primer tiempo y antes del minuto 25.
Jesús Henestrosa metió el gol de los liberianos en la Vieja Metrópoli en el minuto 22.
Joaquín Aguirre hizo el gol para los guerreros del sur en su patio en el minuto 21.
Y en la madrugada del juego entre San Carlos y Sporting, el ariete Doryan Rodríguez anotó para los discípulos de Luis Marín apenas en el minuto 2.
Quiere decir que los tres equipos derrotados, tuvieron más de 60 minutos para mínimo hacer un gol y empatar el partido y no lo lograron.
En el Fello Meza se presentó un detalle táctico que siempre me ha llamado la atención porque lo considero improcedente.
Resulta que en este caso el Cartaginés va perdiendo por un gol de diferencia y su técnico, Andrés Carevic mete a tres delanteros, se supone que para reforzar la zona de metralla y tener mayores oportunidades de empatar el partido.
Entran Marco Ureña, Arturo Campos y Kenyel Mitchel y forman por varios minutos un cuarteto con Jostin Daly que era el 9 titular.
Desconocemos si en las prácticas el cuerpo técnico trabaja los movimientos y estrategias que se requieren mínimo para empatar un partido, jugando con tres o cuatro delanteros.
Lo que se observa, sobre todo en el campeonato nacional, es que los técnicos meten dos o tres delanteros “a lo loco”, con la sana intención de reforzar la artillería, pero sin un plan estratégico para facilitar la tarea.
Entonces observamos que cada delantero va por lo suyo, busca ese gol que evite la derrota, pero cómo no existe tácticamente un plan previo de donde tienen que ubicarse y qué función debe cumplir cada uno, vemos que corren, chocan entre ellos, forman un “molote”, se enredan, no se desplazan ni abren la cancha, sino que se juntan en una misma zona, porque al fin de cuentas Ureña, Campos y Daly son “nueves” y van a jugar como “nueves”.
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Contra las cuerdas, la solución no es jugar a ciegas con cuatro delanteros. La estrategia hay que plasmarla en una pizarra, en las charlas teóricas previas al juego, para qué cada delantero entre a la cancha conociendo la función que debe cumplir.