China y la doncella americana
Luis Alberto Muñoz [email protected] | Viernes 05 junio, 2015
“China ha decidido desembarcar en Latinoamérica de manera abrumadora”, reza el texto desalmado
Entre cielo y tierra
China y la doncella americana
El diario El País de España empezando el año hizo una cruda y desalmada comparación en un editorial que en su momento tituló: “China hace las Américas”. Me había llamado la atención el uso de esta expresión, que sin mayor reparo continúa validando esa idea colonial de apropiación de un continente que hoy, seis meses después, parece estar más bien gozando de cierta centralidad en este baile geopolítico.
Discrepo también con ese concepto que se quiere vender de una América Latina vestida de doncella, esperando pasivamente a ser conquistada, con sus exuberantes riquezas para ser explotadas (materias primas), utilizadas (energías) y de complaciente actitud (mano de obra) hacia su descubridor, en este caso un nuevo postor.
Considero que ese discurso y fraseo de baja estima, ya hace tiempo podría haber pasado al desuso, pero lamentablemente en el imaginario colectivo de otras naciones más bien está siendo desempolvado.
Es un significativo error, pues la compleja realidad global merece de una visión más amplia y de una conciencia apaciguada de la altivez de conquistas y dominación, en un planeta que reclama urgentemente de equilibrios, en especial frente a la insaciable ambición humana.
“China ha decidido desembarcar en Latinoamérica de manera abrumadora”, reza el texto del editorialista, que pone su mirada en el interesante momento en las relaciones entre el gigante asiático y la región, a partir de un acercamiento que, para hacer justicia, viene gestándose de varias décadas atrás.
La preocupación de los europeos ahora no es de menor cuantía para ellos mismos. La democratización se predica luego de sus intentos de dominación de China. Ahora, tras décadas de aprovechar la imposición en el comercio mundial de una filosofía de “bajo costo”, miran como esta potencia comunista ha logrado fortalecerse, al punto de que sus enlaces se extienden a un “largo plazo” en esos “mercados emergentes”, o de “desperdicios” como llaman sus abuelos, los cuales también han sufrido el apelativo de “patio trasero”.
Las extensas inversiones que promete Beijing para la próxima década, la reactivación de plataformas multilaterales propias como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y de Caribe (CELAC), y el reciente duelo monetario con la creación del megabanco de inversión en infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés), son señales claras de que una nueva era ha iniciado.
Pese a los intentos, tanto en Washington como en Bruselas, de demarcar líneas “amarillas” que frenen el impulso asiático sobre el Pacífico, no solo por las rutas marítimas, la realidad de los negocios y el factor dominante de las exportaciones en una dinámica de mercado que da preferencia todavía a las economías de escala, ha puesto a China en una lugar privilegiado, ahora con recursos y capital financiero para la especulación y emprender su paso hacia la consolidación de su moneda como cada vez más aceptada divisa de intercambio internacional.
Luis Alberto Muñoz Madriz
@luisalberto_cr
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