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Escuchando a los viejos

Arturo Jofré [email protected] | Viernes 24 agosto, 2012



Escuchando a los viejos

El mundo va para viejo, nunca como ahora las sociedades han comenzado a invertir la pirámide y a concentrarse numéricamente en los segmentos de mayor edad. Eso habla bien de los avances en salud, de la natalidad planificada, de algunos cambios en los hábitos de vida. Pero… ¿se escucha realmente a los viejos en las sociedades contemporáneas?
El historiador Robert Caro, considerado el mejor biógrafo del expresidente Lyndon Johnson nos relata que este pensaba desde pequeño que sería presidente de Estados Unidos, para lo cual toda su vida buscó “mentores” de edad avanzada y con poder, sea en el trabajo o en la política.
La diferencia con otros no fue acercarse a los que ostentan poder (muchos lo hacen), sino estar con ellos cuando quedan solos, porque la gente con poder siempre está sola. Esto le permitió a Johnson transformar un acercamiento formal en amistad, cultivada en la soledad. Y la amistad abrió las puertas a la sabiduría oculta de sus mentores.
Muchas sociedades antiguas valoraban el conocimiento empírico que traía la vejez. El mejor ejemplo era el Consejo de Ancianos en antiguas sociedades griegas, o la figura del Patriarca en el Viejo Testamento. Pero no vayamos muy lejos, hasta hace poco la vejez por sí misma era escuchada con atención, me temo que se pasó de una época en que la vejez era escuchada como fuente de conocimiento a una época más moderna en que se le escuchaba solo por respeto.
Ahora se ha profundizado el cambio. El conocimiento acumulado pasó hacia el Internet, hacia las bibliotecas virtuales, los jóvenes escuchan menos a los viejos… o no los escuchan del todo. El conocimiento científico y tecnológico en todas sus expresiones ha ido extremando el papel reducido de los viejos en la vida social. Por eso me produjo curiosidad la historia del texano que llegó a la presidencia de Estados Unidos escuchando a los viejos.
Siempre habrá un conocimiento que, por algún motivo que desconozco, se transmite con mayor fuerza cuando se interactúa. Todavía es difícil aprender los valores como se aprenden las tablas de multiplicar; es más fácil con el ejemplo vivo de personas que arrastran años enseñando valores… solo con su ejemplo. Todavía es difícil aprender de negocios solo en las aulas y en los libros, desconociendo la sabiduría y los errores de quienes actúan en la práctica y acumulan experiencias valiosas. Todavía es difícil asimilar la confianza (o la desconfianza) que siembra una persona en su trayecto de vida sin que medie lo que ha ido haciendo en su largo caminar.
La vejez en sí misma no necesariamente acumula sabiduría, valores ni éxitos, simplemente es un ejemplo de facetas variadas en que podemos comprender mejor hacia dónde nos llevarían esos caminos si no reaccionamos. Tal vez tengamos “mentores” sin que ni ellos ni nosotros como discípulos nos demos cuenta. Es la forma más genuina de aprender.

Arturo Jofre
[email protected]

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