Periodismo rojo
Arturo Jofré [email protected] | Viernes 16 mayo, 2008

Arturo Jofré

Hay un planteamiento interesante sobre esto que explica por qué la tragedia y las malas noticias tienen tanta aceptación entre el público. El doctor alemán Stefan Klein, un influyente escritor de temas científicos, ha planteado que en las personas hay una preferencia natural por la tragedia. En uno de sus recientes libros indica que generalmente las personas experimentan los sentimientos negativos de manera más intensa y más fácil que los positivos, por eso son tan atractivos los melodramas. De acuerdo con los estudios, esta peculiaridad se la debemos a la biología. En experimentos neuropsicológicos, agrega Klein, la gente prefiere ver lo trágico.
Sin embargo, también es cierto que la exposición de situaciones trágicas de manera constante y exagerada, va creando en la mente de alguna gente la idea de que ciertas patologías no son tan prohibitivas como pensaban, no son anormalidades personales sino compartidas. Esto hace creer a algunos que hay un espacio para este tipo de actos y que, si bien son penalizados y por lo tanto hay un riesgo, no se diferencian sustancialmente de otros tipos de actos prohibidos. En otras palabras, el diablo interno ya no está solo, hay otros que están actuando y apareciendo a todo color, ni hablar si además el sistema es altamente permisivo y crea condiciones de impunidad. Los medios en realidad no mienten, pero la exageración reiterativa puede influir en mentes débiles.
¿Y las noticias buenas? No es que por ser buenas no puedan ser atractivas, es que por ser buenas requieren un enfoque radicalmente diferente a las malas. Una noticia buena requiere mucho más trabajo, habilidad, capacidad de selección, formas de presentación, para que sea realmente interesante. Los medios muchas veces quieren presentar las noticias buenas o de contenido de la misma manera que lo hacen con las malas y ese es un error fundamental. Una escena horrible de un crimen no requiere más que captarla desde todos sus ángulos, eso basta para tener muchos lectores o televidentes. Un debate que trate un tema “refrito”, con participantes repetitivos, no es una buena noticia, es una noticia aburrida. Una buena noticia requiere un gran esfuerzo de producción, económico, de periodismo más desafiante. Hay ejemplos sobre esto. Es decir, es posible hacer atractivas las buenas noticias, lo que no se vale es creer que es tan fácil como mostrar un accidente en vivo.
Aquí tenemos un buen desafío para el periodismo y no es fácil: cómo buscar que la forma de presentar la crónica roja sea menos contaminante de nuestro ambiente social y cómo invertir en ingenio y en recursos para que las buenas noticias sean interesantes, sin olvidar el rating.
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