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País no podría hacer frente a crisis alimentaria

Jeffry Garza [email protected] | Jueves 07 abril, 2016


El arroz es uno de los granos básicos que se tienen reservas, pero en su gran mayoría está en manos de empresas privadas. Shutterstock/La República


La escasa diversificación de reservas y la dependencia de producciones externas hacen que Costa Rica sea vulnerable a los efectos del cambio climático sobre las cosechas y la seguridad alimentaria.
Solo se cuenta con una reserva de maíz y frijoles, mientras que las de arroz están en su mayor parte en manos de empresas privadas. Además, no se tiene una provisión de semillas.
Ante una crisis alimentaria o escalada de precios internacionales, los países deberían tener reservas que cubran las necesidades de sus pobladores al menos por un mes, recomienda la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Costa Rica tiene reservas de frijoles, arroz y maíz (granos básicos) equivalentes a dos meses de consumo, según el Consejo Nacional de Producción (CNP), ¿pero qué pasa con otros alimentos que se ven constantemente en nuestras mesas, como las papas, tomates o azúcar?
“Almacenar tiene un costo, que asume una empresa privada. El país ha ido cambiando a una política de tener alimentos disponibles permanentemente, a una de importar más”, explicó Óscar Quirós, director agrocomercial del CNP.
El riesgo de esta política es que ante una escalada de los precios internacionales, los productos serían de difícil acceso para la población más pobre, en caso de una crisis nacional.
“Todos los países deberían tener reservas alimentarias propias, con tiempos y plazos que permitan recuperarse a otras producciones afectadas por una crisis”, dijo Guido Vargas, presidente de la Unión Nacional de Pequeños Productores.
Las crisis que podrían afectar las producciones normalmente son sequías e inundaciones, que ocurren con más frecuencia debido a las consecuencias del cambio climático.
En El Salvador, se vivió en carne propia la escasez de alimento debido al fenómeno El Niño, que causó que muchos agricultores perdieran sus cosechas y no tuvieran dinero suficiente para sembrar de nuevo el año anterior.
Esta crisis golpeó a las zonas rurales, donde varios niños empezaron a sufrir desnutrición y muchos no iban a la escuela por no tener que comer.
Sin embargo, el fenómeno afectó a Honduras con menores consecuencias, gracias a un Plan de Acción de Seguridad Alimentaria que cubrió las necesidades de las familias afectadas.
También se tiene que tomar en consideración que cada año se pierde más territorio apto para la siembra producto del cambio climático.
Las regiones Caribe y Huetar Norte de nuestro país son las más vulnerables a estos efectos, de acuerdo con un informe de la FAO.
Para el año anterior se esperaba una cosecha de 236 quintales de frijoles en la región Huetar Norte y la cifra solo llegó a 186 mil, según estimaciones del CNP.
“Con menor producción disponible, ya sea por cambio climático o falta de recursos, compramos más. Un caso que refleja esto es el del maíz amarillo, pues dependemos en un 100% de producciones internacionales”, detalló Quirós.
Los obstáculos que enfrentan los productores nacionales dificultan elaborar una reserva alimentaria sólida para el país, en gran parte por las limitaciones tecnológicas que padecen y que en su mayoría se dedican a monocultivos.
Un política agropecuaria que contemple, además de tecnología, investigación científica, inteligencia de mercado y menos trámites, sería la clave para mejorar nuestra producción, concluyó Vargas.
Al cierre de edición, no fue posible contar con la posición del Ministerio de Agricultura y Ganadería sobre este tema.







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