Una celebración internacional del 25 aniversario de la Ley de Protección al Trabajador
Miguel Angel Rodríguez [email protected] | Lunes 24 febrero, 2025
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El pasado martes 18 se cumplieron 25 años de la entrada en vigencia de la Ley de Protección al Trabajador.
Ese mismo día tuvo lugar en San José la Conferencia Internacional, FONDOS DE PENSIONES, DESAFIOS EN EL FUTURO patrocinada por las organizaciones internacionales de supervisores de pensiones Asociación Internacional de Organismos de Supervisión de Fondos de Pensiones (AIOS) y International Organisation of Pension Supervisor (IOPS) y por la Superintendencia de Pensiones de Costa Rica (SUPEN)
Fue una conferencia de muy alto nivel, que enfocó con seriedad los retos que enfrentan los fondos de pensiones ante el cambio demográfico, las nuevas experiencias que se han ido adquiriendo y las tendencias políticas que vivimos.
Y se celebró en nuestra capital para celebrar esos 25 años de la Ley de Protección al Trabajador y el establecimiento del ROP y la SUPEN. Lo que, por supuesto, motiva mi alegría y gratitud, y resalta el gusto que tuve de cerrar ese importante y muy informativo evento. Fue una digna celebración de esta ley que es el mejor fruto de la Concertación Nacional y ha sido catalogada como el más importante aporte a nuestra seguridad social desde su visionario establecimiento liderado por el Presidente Calderón Guardia. Fue catalogada como la reforma social de nuestro tiempo y dio origen al sistema multipilar con que hoy contamos.
Aproveché la oportunidad para una vez más agradecer a las personas que hicieron posible la aprobación de la Ley de Protección al Trabajador: Personas que aportaron a su concepción como Alberto Trejos, Ronulfo Jiménez, Joseph Stiglitz y el Consejo de Asesores Presidencial. Las personas que bajo la coordinación de Danilo Chaverri ayudaron a establecer la Concertación Nacional. Las personas como el Ministro de Trabajo Víctor Morales, de nuevo Ronulfo Jiménez y los dirigentes sindicales, solidaristas, cooperativistas, empresariales, políticos y sociales de entonces hicieron posible su aprobación a pesar de ser muchos de ellos representantes de intereses contrapuestos. Todos ellos demostraron como la capacidad técnica unida a la voluntad de construir consensos pueden lograr grandes conquistas.
Estos son algunos párrafos de mi intervención en esa importante conferencia
No se puede exagerar ni la importancia del tema de esta conferencia ni la magnitud de los retos que enfrentan los sistemas de pensiones.
Nuestras instituciones sociales son intrínsecamente evolutivas. Son fruto de la humana creación, y como tales son imperfectas.
Son fruto de nuestro conocimiento, y bien sabemos lo limitado del mismo. Nos maravilla el progreso que la humanidad ha logrado en conocer el mundo que nos rodea, las leyes que determinan su comportamiento, y el avance en poder prever el resultado de las acciones humanas. Pero a pesar de ese extraordinario progreso seguimos sumergidos en un mar de ignorancia, y la incertidumbre es parte de nuestro diario vivir.
Como con maravilloso uso de nuestra lengua nos lo dictó Ortega y Gasset “Yo soy yo y mis circunstancias”
Yo me voy desarrollando y soy muy diferente en mis intereses, acciones y conocimientos en diferentes etapas de la vida. Y ni que decir de las circunstancias.
A lo largo de la historia las circunstancias en las cuales las personas nos desenvolvemos han cambiado insistentemente.
No es diferente en cuanto a la seguridad social.
¡Qué distinto es el mundo de hoy al que vivió el Canciller Bismark cuando planteó la protección de los seguros sociales! ¡Que diferente es la Costa Rica de hoy a la de la II Guerra Mundial cuando el Dr. Calderón Guardia logró unir a su visión el apoyo de la Iglesia Católica y del Partido Comunista!
Son diferentes las capacidades productivas, las normas que rigen el trabajo, las relaciones de las personas entre sí, con el estado y con otras organizaciones.
Si la posibilidad del cambio de las circunstancias ha sido una constante, su intensidad en diversos períodos de la historia ha sido diferente.
No se puede ni siquiera comparar la muy lenta evolución del conocimiento de las civilizaciones agrícolas primitivas con el de la historia posterior a la Revolución Industrial.
Además, los cambios de la velocidad de transformación de las sociedades se dan no solo por distintas tasas de evolución en diferentes períodos históricos, sino también por grandes quiebres, por dramáticas y enormes transformaciones que denominamos cambio de época: por ejemplo la caída del Imperio Romano y el nacimiento del feudalismo; o el renacimiento que da a luz a la edad moderna con la ciencia, los descubrimientos geográficos, la reforma y la contrarreforma; o la extraordinaria transformación que producen la revolución industrial, la ilustración, la revolución francesa, y la independencia de los EEUU.
Hoy vivimos un cambio de época que altera todas las instituciones. Vivimos en un mundo cuyas circunstancias han cambiado profundamente, y lo siguen haciendo con relampagueante velocidad. Cambios tecnológicos cada vez más acelerados. Cambios en el rol de las mujeres -posiblemente el mayor y más beneficioso de los cambios- cambios en las relaciones familiares, personales, laborales, empresariales, sociales, políticas, internacionales. Cambios en las tendencias y las estructuras demográficas. Cambios que se dan en como vivimos y en qué podemos hacer, pero a cuyos efectos no nos hemos ajustado. Cambios que se han dado en nuestros medios e instrumentos, en nuestras leyes y prácticas, …pero que no se han dado todavía en nuestro acervo cultural y no sabemos todavía cómo interiorizar, como domar, como aprovechar conscientemente.
Y esos cambios afectan drásticamente los sistemas previsionales, que se enfrentan a nuevas circunstancias demográfica y de organización del trabajo, a cambios en los grupos de interés y sus fuerzas relativas, a cambios en la realidad política en la que se deben tomar las decisiones para enfrentar un futuro que sabemos es diferente y demanda ajustes, pero cuyos detalles aún no conocemos.
Los cambios que hoy afectan a los sistemas de pensiones son inmensos y demandan ajustes para poder enfrentar responsablemente el futuro.
Pero, en mucho por este cambio de época que vivimos, las condiciones políticas actuales son muy poco propicias para unir voluntades en la toma de decisiones para resolver problemas del futuro. No importa cuán graves e importantes sean los problemas futuros que demandan acciones hoy, vivimos polarizados, con posiciones antagónicas frecuentemente extremistas y poco racionales, e hipnotizados por la inmediatez, por la urgencia de acciones que tengan resultados visibles ya, no en un futuro incierto del que desconfiamos.
Lo sabemos bien por las experiencias que en las últimas tres décadas hemos acumulado respecto a la dificultad de concertar acciones para enfrentar el calentamiento global o para regular el uso de las nuevas tecnologías.
Pero juega a nuestro favor que en cuanto a pensiones contamos con mayores conocimientos gracias a las experiencias históricas de los últimos 150 años. Y, además, podemos compartir y aprovechar las experiencias de lo vivido en diferentes naciones. He aquí uno de los inmensos valores que estas entidades internacionales coorganizadoras de este evento -la AIOS y la IOPS- aportan para a la solución de los retos de los sistemas de pensiones.
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En el año 2000 se aprobó la Ley de Protección al Trabajador que estableció el Régimen Obligatorio de Pensiones Complementarias ROP, mejoró las capacidades administrativas del régimen básico IVM, amplió los recursos del pilar no contributivo para ancianos en pobreza, estableció el actual sistema de operadoras de pensiones y su supervisión y modernizó las medidas para protección ante el desempleo.
Con la Ley de Protección al Trabajador surgió un sistema multipilar que combina los beneficios de la solidaridad de un sistema estatal de previsión de reparto a cargo del estado, con la solvencia y la proporcionalidad que aporta el ROP, un sistema de capitalización obligatorio, en cuentas personales de los trabajadores, en operadoras de pensión públicas y privadas cuya elección es del trabajador. El monto de la pensión de este sistema de capitalización individual aporta en su madurez alrededor de una tercera parte de la pensión.
No fue fácil lograr la aprobación de esta ley.
En apretada síntesis señalo que fue fruto de un equipo técnico que preparó las propuestas iniciales, del liderato de un gobierno comprometido con la idea y la importancia del tema a pesar de sus costos políticos, y de una concertación nacional que unió a los diversos intereses y balanceó las demandas e intereses que en muchos puntos eran encontrados. Además, los principales grupos directamente interesados participaron no solo en el acuerdo de las grandes líneas, sino que también dieron acompañamiento a la preparación del proyecto de ley y a su trámite en el Poder Legislativo.
Hoy es grande y urgente la necesidad de dar inicio a transformaciones de nuestra seguridad social que son exigidos por la situación financiera del pilar fundamental de nuestro sistema de IVM, y el dramático cambio demográfico en que estamos inmersos. Y sin embargo a pesar de la buena iniciativa de hace un año de SUPEN y la Superintendente de entonces Rocío Aguilar, poco se ha avanzado en debatir el tema y convertirlo en parte esencial de la agenda nacional.
Respecto al cambio demográfico, y con base con las estimaciones del INEC del año pasado, con relación a las pensiones basta señalar que en 1950 había más de 9 trabajadores activos por cada persona de 65 años o más. Para el cambio de siglo había bajado a 6 y un tercio. Este año se estima en solo 3,5 lo que significa casi solo una tercera parte de lo que fue hace 75 años. Pero la cosa sigue agravándose. A mediados de este siglo bajaría a solo 1,43, menos de un trabajador y medio activo por cada adulto mayor. Para fin de siglo apenas habría 0,58 trabajadores por cada persona en capacidad de pensionarse con los parámetros de hoy.
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Lo que hemos vivido en los últimos 25 años nos indica que, aunque es indispensable continuar con la transformación del sistema previsional será también una tarea muy difícil.
Pero se debe continuar con perseverancia en la lucha por mejorar nuestros sistemas previsionales.
Adecuadamente la SUPEN ha propuesto ajustes concretos para mejorar el sistema actual con cambios parciales. En el ROP migrando en su ejecución a fondos generacionales que permitan combinar las actitudes frente al riesgo y a la rentabilidad que son propias de las diversas edades de los trabajadores y en cuanto a los sistemas de pensión del estado diferentes a IVM, evolucionando gradualmente para llegar en ellos a una contribución igual a la que aporta el gobierno a IVM.
También la CCSS ha venido propiciando cambios marginales en los parámetros del régimen básico de IVM.
Pero esos cambios no son suficientes dada la magnitud de las transformaciones demográficas y tecnológicas en curso, y los problemas financieros que ya exhiben los regímenes del primer pilar: IVM, del Magisterio y del Poder Judicial.
Por eso la SUPEN ha propuesto más.
Para enfrentar los retos mayores ha tomado en cuenta el cambio demográfico, los efectos previsibles de los cambios tecnológicos en las relaciones laborales, la condición actuarial y la carga sobre el Estado de los regímenes del primer pilar, la necesidad de actuar para eliminar la informalidad laboral y la necesidad de atender las justas demandas de las personas sin una pensión al término de su vida laboral. Y en consecuencia ha propuesto la gran transformación de todo el sistema para establecer una pensión básica universal, no financiada por los salarios que dé alivio a los sistemas básicos de IVM, el Magisterio y el Poder Judicial.
Hasta ahora no ha sido posible que se genere consciencia en la sociedad ni entre los actores políticos de atender desde hoy esta urgente necesidad.
Y a la vez se debe continuar la lucha -que ha sido permanente- para evitar la destrucción del ROP por parte de quienes avariciosamente pretenden repartir los recursos de los fondos de pensiones, que gracias a Dios y a la visión de hace 25 años están en cuentas individuales que hacen imposible legalmente su apropiación por el estado. Pero esas personas estimulan los deseos -muy prevalecientes entre las personas- por la satisfacción inmediata de sus necesidades con diversas propuestas para entregarles hoy los recursos en sus cuentas, aunque eso destruya su bienestar en la ancianidad.
Para enfrentar esas difíciles tareas recuerdo hoy la que llamé Ley de las 4 Ps cuando instalé el Foro de Concertación Nacional en 1998: Previsión, Patriotismo, Paciencia, Perseverancia
Previsión que es no solo proyección de las circunstancias futuras, sino también la voluntad de enfrentarlas desde hoy, asumiendo la responsabilidad que nos corresponde.
Patriotismo que no es nacionalismo xenófobo, ni afanes de dominación a otras naciones. Es comprometerse con el bien común que consiste en incluir en mis preferencias el bienestar de los demás, incluyendo el de las futuras generaciones.
Paciencia que es fruto de mi respeto por la dignidad de los demás y de mi humildad por reconocer mi ignorancia y limitaciones. La paciencia nos llama al buen trato para todos, a escuchar a los demás para conocer y respetar sus intereses y sus razones, aunque me parezcan equivocadas.
Perseverancia porque la magnitud de los cambios, la gravedad de las decisiones, así como la existencia de intereses legítimos contradictorios, dificultan la construcción de acuerdos.
Confío que esta conferencia renueve los ánimos en SUPEN, en la CCSS y en los actores políticos y sociales del país para actuar responsablemente en la defensa y en la adaptación de nuestra seguridad social a las nuevas circunstancias.
Gracias a AIOS y a IOPS por celebrar esta conferencia en Costa Rica y dar brillo a las bodas de plata de la Ley de Protección al Trabajador. Pero en especial gracias por traer sus experiencias y aprendizajes, que con la brillantez de las presentaciones durante todo este día nos estimulan a no desfallecer en la protección y el mejoramiento de nuestro sistema de seguridad social.
La tarea por delante es de nosotros los costarricenses. Es muy difícil, pero es indispensable.
La recaman la justicia social y la fraternidad con el futuro.
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