Los gordos y los flacos del mercado
Arturo Jofré [email protected] | Viernes 26 septiembre, 2008

Arturo Jofré

En medio de la incertidumbre, hay cosas que son ciertas. Una de ellas es que en cada crisis hay una buena cantidad de aprovechados que engordan en forma desproporcionada, a vista y paciencia de todos. Hay otros que engordan de manera permanente, con o sin crisis. Pero la gran mayoría, especialmente la clase media y baja, termina más esquelética.
Veamos el precio de los derivados de la harina. LA REPUBLICA nos informa que la tonelada métrica a nivel internacional baja de US$1.300 a US$740 en mayo y a US 600 en julio, es decir una disminución de más del 50%. ¿Dónde está la repercusión de esta baja en las bolsas del consumidor costarricense? En agosto algunos de estos productos derivados de la harina más bien habían subido.
En el caso del arroz la información nos muestra que las bajas internacionales no solo no repercuten en el país, sino que más bien el precio aumenta. El petróleo es otro ejemplo, cuando Este sube a nivel internacional sobran razones para incrementar los precios a los consumidores, pero cuando baja de manera dramática, entonces aparecen suficientes nuevas razones para no bajarlo o burlarse de la gente con una baja ridícula.
Los bancos se aseguran en todas las formas posibles para que cualquier debacle la asuma el cliente: suben de manera automática las mensualidades a sus clientes deudores cuando incrementa la tasa básica, pero cuando ocurre lo contrario el cliente tiene que caminar entre la burocracia (esperando que no se dé cuenta o se canse) para ajustar hacia abajo.
Las tarjetas de crédito no tienen problema, la inflación sube y muchos emisores (no todos) pueden darse el lujo de sostener su tasa de interés porque esta es lo suficientemente exagerada (hasta el 50% anual) y cubre cualquier crisis. El comercio de electrodomésticos, como lo informó el MEIC hace algunos meses, es un caso especial: los intereses pueden sobrepasar el 100% anual. Financieras, clubes de viaje, casas de empeño, prestamistas, engordan con o sin crisis.
Nosotros no tenemos grupos fuertes y con poder, como en Estados Unidos u otros países, para representar a los millones de consumidores desamparados; por el momento la única vía para tratar de que el abuso no ataque de manera tan grosera a las clases de menores ingresos, es fortalecer a los organismos encargados de regular el mercado. Olvidémonos de libre competencia cuando hay uno o dos importadores de un producto, cuando hay un mercado cubierto por oligopolios. La libre competencia, bien entendida, debe solo salvaguardarse para aquellos casos en que se den las condiciones básicas para que opere y esa es una de las primeras lecciones de economía.
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