El periplo de Obama
Arnoldo Mora [email protected] | Viernes 25 marzo, 2011

El periplo de Obama
La noticia no da la impresión de que haya despertado el mismo interés que en el viaje anterior de Obama a la región. Sin embargo, algo parece haber cambiado en las relaciones, tradicionalmente conflictivas, entre ambas Américas. En un pasado no muy lejano, lo habitual era que los mandatarios latinoamericanos visitaran Washington (¿a rendir pleitesía?) como primer viaje al exterior. Ahora es el mandatario yanqui el que toma la iniciativa de emprender su primer periplo a algunos países de tierra firme al Sur de su país. Y lo hace con gobiernos que apenas están en la primera mitad de su periodo constitucional, cuya novedad es que, o ganaron siendo partidos de oposición de derecha (Chile) o de izquierda (El Salvador), o teniendo a una mujer como gobernante por primera vez en su historia (Brasil).
Esta visita parece tener poca trascendencia, si por tal entendemos un acontecimiento que marque un hito en las relaciones entre ambas regiones. Gran parte de esta realidad es responsabilidad del propio Obama, pues su discurso en Trinidad y Tobago despertó interés o, al menos, curiosidad, tanto por tratarse de un presidente joven que reemplazaba al mas reaccionario y limitado (moral e intelectualmente) mandatario que haya habitado en la Casa Blanca, como porque su mensaje era novedoso en su enfoque. Hablaba de igualdad en las relaciones con sus vecinos del Sur, reconocía los errores (horrores) cometidos por su país, si bien pedía que se olvidara el pasado (¿¡). Parecía que con ello buscaba acabar las traumáticas relaciones o imposiciones imperialistas, que desde la declaración de la Doctrina Monroe (1826), eran la tónica en que se desenvolvían dichas relaciones.
Por desgracia, el golpe de estado en Honduras vino a echar por tierra esas expectativas, pues los crudos hechos demostraron que el eje Pentágono-Departamento de Estado mantiene firme el verdadero poder. La derrota de los demócratas en las últimas elecciones debilitó aún mas al Presidente y sus endebles muestras de cambio.
En consecuencia, nada ha cambiado en lo sustancial en la política imperial norteamericana, tanto hacia los vecinos del Continente, como hacia el resto del mundo, como lo demuestra su intervención militar en los conflictos de los países árabes. Sin embargo, hay signos inequívocos de que el poder absoluto del imperio se ha debilitado.
La crisis económica está lejos de haberse superado. El reconocimiento de una nueva realidad geopolítica gracias al surgimiento de las potencias emergentes como Brasil, y que Obama reconoce, lo confirma. Todo lo cual hace que el discurso de Obama sea visto con cierto escepticismo. Esto no obstante, hay datos reveladores. Por lo que me parece muy significativo que en este periplo Obama salte de Brasil a Chile sin siquiera mencionar a Argentina.
El frío realismo político yanqui da muestras con ello de que solo le interesa el creciente poder económico y político de Brasil y la diseminación en la región y en el Tercer Mundo (puesto que lo presenta también como ejemplo para los países árabes) del modelo chileno. En otras palabras, América Latina sigue siendo para Washington no una razón sino una excusa.
Arnoldo Mora
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